El despropósito de la UGT

Ayer, día 25 de abril nos encontrábamos con una noticia cuanto menos desagradable y que se puede calificar perfectamente de surrealista. Una noticia que en una época tan corrupta como la actual no sorprende por el contenido de la noticia en sí sino por los que la han protagonizado.

Según ha podido saberse, el 30 de noviembre, cuando se estaba llevando a cabo un ERE masivo que iba a afectar a 159 de los trabajadores de la sede de UGT en Andalucía(http://es.wikipedia.org/wiki/Uni%C3%B3n_General_de_Trabajadores), suponemos que por falta de liquidez, el señor Pastrana, el secretario general, se encontraba en Sudáfrica, más concretamente en Durban.

El señor Secretario, que al parecer estaba de viaje, no lo dudó un segundo y, dispuesto a darse la mayor cantidad de lujos que pudo, utilizó la tarjeta de la UGT, una Visa Oro, para costearse una pantagruelica y monstruosa cena por valor de 852, 35 € y después, con la tripita bien llena de la mejor comida, salió del restaurante en dirección a su hotel; un hotel que, como no podía ser de otra manera, era el Hilton Hotel, un hotel de 5 estrellas.

Así, mientras Manuel Pastrana estaba adoptando las posturas más cosmopolitas y exquisitas 159 personas estaban quedándose sin trabajo con todo lo que eso conlleva.

Cuando se le han pedido explicaciones a Cándido Méndez, recién reelegido, este se ha escudado en «que la tarjeta se ha utilizado de manera excepcional» para, a continuación esgrimir que «Pastrana es una persona honrada y austera. Estoy seguro de que los gastos son  justificados, racionales, legítimos y ajustados»

Si «los defensores del trabajador» se dan todo tipo de lujos cuando está habiendo un Expediente de Regulación de Empleo en su propia plantilla ¿Cómo pretenden tener credibilidad o que tan siquiera se les escuche cuando están manifestándose en las calles o negociando con las empresas? Al final va a resultar que los que «defienden» a los trabajadores se están haciendo de oro mientras las personas a las que tendrían que defender se empobrecen cada vez más.

Santiago García Lucio